David y Goliat
David y Goliat es un pasaje bíblico que ha sido famoso “no por el hecho de se un texto bíblico, sino por la moraleja que nos enseña”.
Recapitulando este pasaje: Goliat era un depravado filisteo que se la pasaba mofando contra los del pueblo de Israel y de su Dios, retando a ver si había un hombre que luchara solo frente a él. David, el más joven de los hijos de Isaí, escuchó a Goliat burlarse de Dios y siendo valiente en su fidelidad a Dios decidió pelear contra el filisteo. El joven logró convencer al rey para que lo dejara pelear contra Goliat. Armado con tan solo una onda y cinco piedras, David salió al campo de batalla donde lo esperaba un inquieto y orgulloso gigante de más de dos metros de altura. David tomó una de sus piedras y, usando su honda, la tiró contra el gigante, la piedra se le incrustó en la frente y cayó muerto.
¿Cuántos “Goliat” has derribado tú de un solo tiro?
A lo largo de tu vida seguramente te has dado encontronazo con algún gigante de esta clase. No hago alusión al hombre o cualquier cíclope de carne y hueso que ocupa lugar en el espacio, me refiero a barreras altas, a veces construidas por uno mismo, que parecen difíciles de derrumbar, como la incertidumbre, característica de los israelitas que no creían en David para derrotar a Goliat.
Ante adversidades, el hombre actúa de una manera en la que plantea en modo automático un “No puedo”, “No lo lograré”, “Soy malo en esto” y tiene certeza en negar que lo puede.
Hay muros tan altos que crees no poder tumbar, habrá momentos en los que te sientas seguro de derribarlo. Ármate de valentía y di como David -yo te enfrentaré-.
¿Cuántas veces has peleado con tu prójimo donde te ves en un problema muy grande incapaz de resolver y, sin embargo, con un buen diálogo y respeto se logra resolver el inconveniente? ¿Cuántas veces dijiste “no puedo hacerlo” sin haberlo intentado? No obstante, lo intentas y logras obtener un buen resultado, una buena satisfacción, un agradable sabor de boca.
Así como David, una característica que debemos copiar es la valentía, tener convicción de que lo lograrás también es importante. Lo anterior es lo primordial, pero, a su vez, saber lanzar la pedrada en el blanco.
El ser humano, por lo general, tiende a victimizarse, a sentirse inferior ante adversidades, tiene miedo. No está mal tener miedo, pues es de lo más común y natural en el individuo, pero todo radica en que el miedo nos victimiza, recalco. Ese miedo debería impulsarnos para enfrentar a cada Goliat que se nos presente en el camino y que nuestra honda sea un diálogo con respeto, cariño y afecto a terceros, además de ser magnánimo ante situaciones no gratas.
Si por alguna razón Goliat te puede derrumbar (porque sí puede suceder) que no sea definitivo, sino que te llene de fuerza, valentía, certeza y perseverancia para tomar tu honda, colocar la piedra y lanzarla justo donde quieres que pegue.
Toma tu honda y
tus provisiones y derriba a cuantos gigantes se te presenten en el camino.
~ JAG
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