La lepra: una enfermedad social

La lepra es una enfermedad infecciosa causada por una bacteria llamada mycobacterium laprae. Afecta a los nervios periféricos, la mucosa de las vías respiratorias, piel y ojos. En términos más generales, es una enfermedad que causa la putrefacción de nuestro órgano humano más grande, la piel.

A pesar de que es una enfermedad ya superada por la ciencia, aún existen casos muy raros en los que surge y afortunadamente es curable. En la antigüedad, la lepra significó una catástrofe pues no había cura y la persona infectada sufría de discriminación incluso por su misma familia.

Hoy en día, la lepra ha sido una enfermedad superada, recalco. Pero la lepra de la que vengo a hablar, y que hasta el día de hoy no ha sido cien por ciento curada, es un padecimiento social. Un malestar que causa, en primer lugar, satisfacciones y placer, después, sufrimiento, dolor y putrefacción, pero no de la piel, sino, del alma.

En el mundo actual existen diferentes tipos de lepra. ¿Cuánta gente vemos que ha caído en la drogadicción, en el alcoholismo, en el dinero fácil, incluso en temas fuertes como la pornografía y el placer?

Podría mencionar más enfermedades de adicción como las redes sociales, los videojuegos, el tabaquismo, la ludopatía, entre otras. Por desgracia, es una enfermedad que fácilmente se nos puede pegar y que no hemos podido curar en muchas partes de todo nuestro planeta. Así que hoy me gustaría compartir una posible cura a este malestar que muchos han padecido.

Todo radica en el Evangelio del domingo pasado (VI Domingo del tiempo ordinario), del cual hago una pequeña recapitulación: Un hombre con lepra se le acerca a Jesús y le dice: “Si tu quieres, puedes curarme”. Jesús extendió su mano sobre él y le dijo: “Sí quiero, sana”. Ahí encontramos el punto fuerte de esta cura a la lepra, donde Jesús extiende su mano sobre él y lo cura de toda enfermedad leprosa.

El hombre, al igual que Jesús, deberíamos extender la mano sobre el prójimo(puede ser un ser cercano a la familia, un amigo, un vecino, un compañero de trabajo) y decir: “Quiero que cures”, darle ese apoyo que necesita la persona para que cure su lepra.

¿Cuántas veces no hemos considerado menos a alguien que pide dinero en la calle por el simple hecho que huele mal o anda mal vestido?

Seguramente tú y yo conocemos a alguien que desgraciadamente está pudriendo su ser, su alma por andar en el narcotráfico, el robo, asaltos, personas con problemas de alcohol, infidelidad, maltrato familiar, etc. Todos estos problemas tienen una raíz y lo que nosotros podemos hacer es quitar esa raíz mala (de vez en cuando) de la vida de la persona, actuando como Jesús, extendiendo la mano y el apoyo a esa persona que lo necesita. Quizá no le podremos brindar un apoyo directo, pero sí dirigirlo con personas que sabe tratar el caso (según sea). Muchas de las veces ese leproso(a) pide apoyo, sin embargo, no lo damos. En lugar de ignorarlo hay que responder: “¡Sí quiero, sana!”.



~ JAG


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