Subiendo escalones.
Tratando de encontrar un tema sobre el cual escribir, aproveché los apagones de esta semana y entablé una charla con mis tres hermanos menores: Las gemelas Marian y Miriam de 17 años e Isaí de 15. Hablamos sobre: las series que veíamos, cómo nos iba en la escuela, a qué países nos gustaría viajar, nos quejábamos sobre quién no ayudaba en casa, ya saben, conversaciones de hermanos. Pero el tema que más me gustó, fue sobre la carrera universitaria, ya que mis dos hermanas están en el año en el que tienen que empezar todo el proceso para buscar becas, comparar universidades, checar planes de estudio, pero, sobre todo, lo más importante, buscar qué carrera quieren estudiar, y ahí empezó todo.
Les pregunté si ya tenían bien definida a qué carrera querían entrar y al escucharlas noté al instante que no estaban del todo convencidas de que era lo que ellas querían, sus caras se volvieron pálidas y sus voces quebraron.
Marian, comenzó a decirme que la verdad ella ya había tomado varias carreras en cuenta, pero era indecisa, un día escogía una ingeniería en tecnologías, después arquitectura, luego volvía a otra ingeniería en biomedicina y después terminaba en una licenciatura en negocios.
Miriam, por otra parte, no se notó tan variada en sus carreras. Igual de nerviosa, me contó que ella no estaba muy convencida sobre si quería seguir estudiando, pero si estudiaba, lo haría en alguna carrera de filosofía o comunicación.
Aquí me di cuenta de que tenía y podía ayudarlas. Yo ya había pasado por este proceso y la verdad no fue nada bonito salir de la zona de confort y preguntarme, de verdad: ¿quién era yo?, ¿qué me gustaba? y ¿qué quería de mi vida? Fue un choque un poco duro, pero sé que valió la pena totalmente, ya que me ayudó a enfrentarme a una nueva vida (la universitaria) de una mejor manera a como había afrontado la vida estudiantil en la prepa o secundaria.
Esa noche, toqué la puerta de su cuarto y entré, traté de ayudarles, dándoles varios consejos, porque las preguntas ya estaban ahí: ¿Qué querían estudiar y por qué? Yo sabía que ellas ya se lo habían preguntado antes, pero las notaba evasivas frente al problema, se dedicaban a hacer otras cosas como pasar mucho tiempo en las redes sociales, desconectadas de su realidad o decían que ya este lunes lo checaban.
Esa misma noche, al preguntarles, decían que no lo habían hecho porque no habían tenido tiempo y estaban muy ocupadas haciendo sus tareas. Ellas estaban sentadas una frente a la otra cuando yo llegué. Les pregunté si estaban bien y me dijeron que sí, que estaban platicando sobre la carrera, pero seguían divagando un poco, así que las puse un poco en contexto.
Aquí fue cuando les di mi primer consejo: Conócete a ti mismo. Les dije que esto no es algo de un día para otro, es más, no creo que ni en nuestro lecho de muerte nos llegásemos a conocer a nosotros mismos, siempre habrá algo que nos sorprenderá o que simplemente no llegaremos a comprender de nosotros. Es un proceso que dura toda la vida y hay que hacerlo día con día, nos ayudará a ser más sinceros con las cosas que nos gustan y las que no, nuestras fortalezas y debilidades. Esto les ayudará a escoger qué carreras les gustaría estudiar más y cuáles totalmente no, además nos pondrá en perspectiva, nos ayudará a tener el mapa un poquito más claro.
Mi segundo consejo fue: Obsesiónate con lo que te gusta. Esto lo dije con la intención de descartar todas excepto una de las carreras que más les llamaban la atención, para así, enfocarse y trabajar sobre esa carrera desde ese momento. El enfoque y la actitud de disciplina que tomarán de ahora en adelante va a marcar si entran a la universidad o no.
Y mi tercer y último consejo fue: Escribe. Sobre cómo se sienten, sobre su día, sobre ustedes, sobre los demás, sobre Dios o sobre lo que quieran, pero escriban mucho. Yo no me había dado cuenta, pero escribir es una herramienta muy poderosa para conocerse a uno mismo, además si lo hacen a lápiz y papel se puede convertir en un proceso casi artesanal y muy relajante.
Sé que el cambio no será instantáneo, pero al terminar, las noté más tranquilas en su sentir, algo que incluso ha sucedido desde hace un par de días. No tan reactivas a los cambios de humor, sobre todo, en la hora de la comida. Cuando mis padres les preguntaron cómo iban con este proceso de la carrera, noté una sonrisa sincera en ambas, diciendo simplemente que ya lo habían decidido y ya se estaban preparando para el examen.
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