Amar lo que haces.

El lunes pasado hablé sobre las dificultades que nos traen los nuevos comienzos y lo abordé de una forma más práctica que teórica, en la que la conclusión, a mi parecer, dejó mucho que desear. Hay un trasfondo en algunas tomas de decisiones sobre saber cuál es el camino correcto.

Probablemente me metí de una manera muy brusca diciendo que si tienes miedo, solo necesitas comenzar y darle para adelante, lo que en la práctica podría funcionar. Pero no me parece un razonamiento muy sólido ya que, si bien hay circunstancias en las que esta forma de pensar nos podría ayudar para comenzar de manera efectiva, un tipo de meta que no pesa tanto moral, física, o psicológicamente, aunque claro está que sí tienen su peso, como empezar a hacer ejercicio, leer un libro nuevo, tener un nuevo orden en nuestro dormitorio, etc.

Pero, ¿qué pasa con objetivos más grandes como vivir en otro país o empezar una nueva familia?

Aquí es donde creo que da un salto esta forma de atacar los problemas y se tambalea hasta que se cae. Te das cuenta que no vas a tener a nadie en el otro país o que no sabrías cómo cuidar a tu pareja cuando se sienta mal y tú estés estresado en el trabajo.

Sé que al leer estos casos te imaginas lo que harías y parece muy sencillo, pero no lo es, porque no lo vives. No sientes ni la carga moral ni física que hay en estas situaciones y aparte, ya lo pensaste, no está pasando desprevenidamente.

Entonces, ya viendo que hay situaciones en las que no podemos tomar las decisiones simplemente porque te gustan, ¿qué hacer en estos casos? ¿Cómo saber si estás o no seguro de tomar una decisión que para ti sea muy importante?

Creo que en estos momentos lo primero que tienes que saber o darte cuenta, es si eso que quieres lograr es lo que te apasiona, es eso por lo que estás loco y te encanta hacer.

Pongo este punto primero, porque creo que el amor, en cualquiera de sus facetas, es un gran motor de empuje y resistencia a la hora de afrontar los problemas. Yo lo pondría como el mejor motor fabricado en la historia. Si de verdad amas a alguien o algo, lo intentarás, tal vez no lo logres, pero lo intentarás, porque de verdad amas hacer eso o de verdad amas a esa persona.

Así que, a pesar de todo el cansancio, o de todos los obstáculos, tú seguirás adelante y no te detendrás.

Sé que puede sonar un poco romántico o hasta cursi este punto, pero creo que, en estos tiempos, nos hemos olvidado mucho de amar profunda y verdaderamente lo que hacemos o a quienes nos rodean, pero creo que esto es tema para otro blog.

Y en segundo lugar, saber si esa decisión es buena. Podría parecer muy obvio, pero de nuevo, hay veces en las que hacemos las cosas casi mecánicamente y no nos paramos a pensar qué consecuencias reales traerán nuestras acciones. Simplemente hacemos las cosas porque nos gustan o a veces, en el peor de los casos, ni siquiera sabemos por qué las hacemos.

En conclusión, creo que a la hora de comenzar algo que para ti es muy importante, lo primero que tienes que hacer, es pensar en la esfera sentimental y en la racional. Tratar de balancearlas para que te sientas cómodo con la decisión que tomes y lo más importante, que sepas el porqué la tomaste.

Creo que esto te dará una buena perspectiva sobre tus decisiones y, sobre todo, un buen control sobre estas, para que no sientas que estás parado sobre un hielo muy delgado, sino tener ya una buena base para el control de tus acciones.

  

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