La puerta

Sara, una chica de 22 años que recién se mudó a su propia casa con su perro Max de raza Golden Retriever, Sara es proveniente de Los Ángeles y es muy apasionada por el football americano, su casa era un lugar pequeño, pero con todo lo necesario para ella. De por sí, su vivienda en la noche es muy sombría, la falta de luces mercuriales no ayuda y hace más tenebroso su vecindario.

Algo curioso es que al perro le gustaba estar afuera y aproximadamente después de 30 minutos rasgar la puerta para decir que ya quería entrar de nuevo. Fue algo que el perro descubrió solo porque Sara nunca le enseñó eso, ella solo quería a su perro de compañía. No le enseñó nada de trucos ni de cómo pedir las cosas y aun así el perro resultó ser muy inteligente.

Todo se fue poniendo más raro cuando el perro ya no duraba ni 5 minutos fuera, incluso hubo ocasiones donde ni siquiera salía de la casa, esto obviamente alertó a Sara. Sin embargo, tenía mucha impotencia pues quería llamar a la policía sin saber qué decir. Obviamente decir que el perro se está comportando raro no es razón suficiente para traer a la fuerza policial y al no llevar una relación social con los vecinos no sabía qué hacer.

Esto no detuvo el día a día de Sara. Ella seguía yendo a la escuela y al trabajo solo que a la hora de regresar a casa estaba más alerta por el miedo constante de que algo raro sucediera, pero al llegar a su casa el perro no estaba. Esto sorprendió a Sara y empezó a buscar en toda la casa hasta que encontró una ventana rota. Lo primero que pensó fue que el perro salió por la ventana así que con tablas y clavos tapó ese hueco.

Lo que la estremeció pasó unas horas después porque se empezaron a escuchar rasguños en la puerta, pero con un ritmo inusual. Sara pensó que era porque hacía mucho que ya no salía el perro, por eso cambió el ritmo, pero antes de abrir la puerta dudó bastante en abrirla, porque el perro solo salía 30 minutos, y ya habían pasado 2 horas. Fue entonces que decidió asomarse por la ventana, cuando vio a su perro acostado. No lo distinguía del todo pero se lograba ver la posición y que sí era el perro de Sara, y cuando volteó a ver enfrente de la puerta vio una sombra. Fue aquí donde casi se desmayó del susto.

Ella no tenía ni idea de quién era, fue cuando relacionó todo el raro comportamiento de su perro con lo raro que se estaba poniendo el vecindario, no tuvo fuerzas de abrir, y no podía pensar en nada. Al paso de 15 minutos, los rasguños en la puerta dejaron de escucharse, fue aquí donde Sara se llenó de valor, abrió la puerta y no había nadie. Al ver que su perro seguía acostado a media calle, lo fue a investigar. No estaba acostado, estaba muerto. Al regresar a su casa a llamar al 911, alguien ya la estaba esperando dentro. Nadie supo qué le pasó a Sara después de esa noche. 

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