La entrega al otro.

El lunes pasado hablé sobre nuestros primeros guías, nuestros padres, y del como ellos nos acompañaban a lo largo de nuestra vida inculcándonos valores y virtudes esenciales para después, nosotros poder encontrar en la vida adulta, de una manera adecuada, nuestra vocación y ser personas plenas que ayuden a otros.

Hoy daremos una aproximación a las dimensiones de la sexualidad, el matrimonio y la familia, ya que estas nos acompañan prácticamente desde el inicio de nuestra vida. Al nacer, somos varón o mujer, esto es la primera parte de la sexualidad. Al crecer vemos la unión compleja pero bella que tienen nuestros padres y descubrimos que esto es el matrimonio. Por último, cuando conocemos a esa persona especial a la que le queremos entregar todo de nosotros y ella también, nos unimos en el amor conyugal y pasamos a formar nuestra propia familia.

Si bien se puede escribir y hablar mucho sobre estos temas, trataré de dar énfasis en ciertos puntos específicos que a mí me parecen primordiales.

En un inicio, descubrimos nuestra sexualidad en la pubertad, ya que es una etapa de crecimiento físico muy acelerado.

Al contrario de lo que muchas personas creen, yo pienso que está bien descubrirnos físicamente en esta etapa de nuestra vida. Creo que es natural y sano querer conocer qué pasa con nuestro cuerpo.

Por una parte, si no nos informamos bien o no nos informamos, podríamos caer en lo que la sociedad actual llama “sexo seguro”.

Esta práctica desvirtúa la mayor parte del acto sexual ya que solo deja activa la parte sensitiva del hombre, es decir, no interiorizamos, o por lo menos no empatizamos, con la otra persona. Desde mi punto de vista, esto cae en un acto animal en el que solo por el deseo de tener relaciones sexuales las tengamos, usando a la otra persona como un objeto o medio para nuestro “beneficio” propio. Literalmente estamos deshumanizando a la otra persona.

Por otra parte, si nos informamos correctamente, estaríamos en potencia de ser creadores. Obviamente siguiendo un camino que en algunos momentos podría parecer muy duro, pero en su totalidad es bello.

En una primera instancia, tendríamos que conocernos muy bien a nosotros para así poder conocer mejor a otras personas, de esto ya hablé hace varios lunes.

Esto nos ayudará a comprender mejor lo que es el eros y el enamoramiento, para después pasar al noviazgo y por último al amor conyugal.

El enamoramiento es la etapa en la que al ver por primera vez a esa persona nos damos cuenta de que no hay ninguna más bella y hermosa en el mundo y solo tenemos ojos para ella, nos damos cuenta de sin esta persona nuestra felicidad parece imposible1.

Aquí el eros hace que deseemos a esa persona de una forma muy especial, ya que solo pensamos en ella en particular. “De esta forma, el enamorado quiere a la amada en sí misma, no al placer que pueda proporcionarle”2

Y este produce tres sentimientos: La conmoción, la alegría y el amor.



El primero es muy fuerte, ya que cambia completamente nuestro sentido de atención, ya que este está dirigido completamente a la amada o al amado. Es algo tan grande que no lo podemos quitar de nuestra cabeza.

La alegría nos hace sentir felices y, quizá, sea la forma de felicidad más plena. Ya que nos damos cuenta de que estamos unidos con otra persona tratando de formar una unidad.

Por último, el amor, que es lo que invita a llenar la vida de los enamorados.

Después, viene el noviazgo. En esta etapa se ven las posibilidades reales de formar la unidad.

Para esto se necesitan conocer aún más y, por supuesto, fundamentar bien su amor con una seguridad saludable. Aquí es donde una parte de las parejas dan por terminada su relación ya que la realidad los confronta y temen conocerse a sí mismos a través de su pareja o descubren defectos en su pareja que “por comodidad” no quieren sufrir ellos.

Si se supera esta fase, viene el amor conyugal, es decir, el matrimonio.

Aquí, las personas ya comparten un lazo más fuerte que en ninguna otra etapa y se da la exclusividad y la perpetuidad3.

La exclusividad se da por el mero hecho de amar realmente a la otra persona. Ya que en la actualidad se aceptan muchas formulas para vivir la sexualidad, como el sexo seguro. La exclusividad se da por simple lógica. Alguien que ame realmente a su pareja no dejará que alguien más entre en la relación.

Y la perpetuidad es la extensión a lo largo del tiempo de la exclusividad.

Sé que esto es apenas un trocito de todo lo que es la sexualidad, el matrimonio y la familia, pero a lo largo de estas semanas me gustaría ir conversando contigo estos temas, ya que es algo que en verdad se tiene que hablar pues formamos parte de una familia. Creo que podríamos ayudarnos mutuamente para mejorar un poco la calidad de familias que se forman hoy en día.

¡Muchas gracias por leerme y que tengas un lindo inicio de semana!

1. R. Yepes Stork, Fundamentos de Antropología, cit, 204.

2. C.S Lewis, Los cuatro amores, cit, 104.

3. R. Yepes Stork, Fundamentos de Antropología, cit, 206. 


Comments

  1. Me gustó que no temieras a tocar un tema tan tabú como la sexualidad y el sexo, y sí, es un tema muy extenso. Me gustó que metieras el eros ya que muchos lo conciben como algo polémico, pero no es malo ni bueno per se, solo es algo humano. En mi opinión eso depende de nuestra acción ante él y ya veríamos si es bueno o malo.

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