CAPITULO 3










¿Un giro inesperado?


Camino a casa de mi madre, no me creí poder estar manejando el auto de mis sueños. Por un momento pensé que seguía dormido, me detuve a despedirme de la familia tan amable que encontré y seguí mi recorrido. Faltaban como 2 horas. para llegar allá, se nubló y empezó una llovizna ligera, no pasaron ni 5 min y ya sentía cómo la intensidad aumentaba. pienso que el carro no tiene los neumáticos necesarios pues se patinaba cuando frenaba y en las curvas se coleaba y me daba miedo, pues iba entrando entre las montañas disminuía más la velocidad.

Enfrente veía cómo los rayos impactaban contra los árboles y se escuchaba cómo se cuarteaba el tronco de madera, de tal forma en el camino ya había muestra de que la tormenta no llevaba mucho, por momentos se me olvidaba lo que estaba pasando en todo el mundo al estar concentrado. En el pavimento se sentía lodo, hojas, ramas y unos charcos que parecía que me llevaban. Continué y la intensidad bajó, pero el piso seguía mojado. Ya comenzaban las curvas de bajada y tenía la duda si de verdad valdría la pena bajar ahora que era tan peligroso. Me armé de valor y bajé con la mayor precaución Con la mayor precaución desde la izquierda y con un brusco giro hasta la derecha. A 20 km/h, veía el barranco muy profundo, pero eso no me detuvo, terminé de bajar la montaña y seguí por la ruta 180 por California.

Bajó la intensidad de la lluvia y no me di cuenta de que estaba oscureciendo. Seguía camino y no me detuve por nada, en las rectas aceleré a fondo llegando a 160 km/h, llegué más rápido de lo que pensé y entré al pueblo. Al verlo estaba irreconocible, destrozado por todos lados, no se veía gente y solo se escuchaba el aire fuerte que tumbaba algunas cosas que estaban frágiles, me desconcertó un poco pues mi infancia estuvo en este pueblo.

Llegué a casa de mi madre y no había rastro de ella, pero en su casa se notaba que había habido vandalismo y . Me alteré un poco, no tenía ni idea a dónde ir. Por mi cabeza no cabía a dónde debía ir, mientras pensaba buscaba algo para comer y escuché un grito que provenía de estas calles. Rápidamente salí a ver qué sucedía, eran unos vándalos tratando de entrar a una casa. Bajé al sótano de la casa y saqué el arma de mi abuelo, un rifle de casa, de alto calibre.

Desde la puerta de mi casa no eran ni 100 metros y le apunté a el suelo, y terminé hiriendo a uno por accidente pues me recordé que mi abuelo me dijo que el aire y la calibración de la mira tenían mucho que ver y pues el arma no había sido usada en unos años. Los vándalos corrieron y me acerqué a la casa con un poco de miedo, con el arma en mano pregunté quién estaba ahí. Respondió alguien con voz asustada, la cual se me hizo conocida, le pregunté si llevaba tiempo en este pueblo y me contestó que más de 20 años. Al conocerlo me di cuenta que era un amigo mío de la infancia.

Le platiqué lo que había pasado y por qué estaba aquí, me presentó a la gente de ahí, un joven que trabajaba en su tienda y dos amigos de él que también se me hacían conocidos. Me contó que del pueblo salió una secta que estaba entrando a las casas y se llevaban a las mujeres; que ellos ya habían sido víctimas de eso. Le pregunté por mi madre y me contó que la vio salir unos días antes con una persona, pero no sabía a dónde se dirigía.




Comments

Post a Comment

Popular Posts