Un viaje esclarecedor




— ¡Hola! —exclamó el recepcionista del hotel—. ¿Cuál es tu nombre?

— ¿Nombre? El que quieras, no sé de qué me estás hablando.

El recepcionista desconcertado escribió en la hoja de registro Nameless, ‘sin nombre’. El misterioso hombre sin nombre le arrebató la llave al recepcionista y este se le quedó mirando con desconcierto y frialdad.

El hombre venía de Londres, había tomado un tren a la ciudad de Brighton. Cualquiera pensaría que iría a esa ciudad a pasar un día agradable en la playa, pero era un día frío. Si esa era la idea, el enigmático hombre había elegido un mal día para disfrutar de la ciudad costera.

El hombre entró a su habitación, la número 505. Dejó su maletín en la cama y se sentó. Se quedó unos minutos mirándose en el espejo.

— ¿Qué hago aquí? — se decía mientras se examinaba de arriba abajo.

Realmente no sabía que estaba haciendo ahí. Parecía como si hubiera perdido la memoria momentáneamente. Era joven, y eso mismo lo frustraba porque no tenía un propósito real en la vida, uno que lo motivara a seguir y esforzarse a querer ser más. O por lo menos eso pensaba en ese momento. Había escapado de Londres para ir a un sitio más tranquilo.

Tocaron la puerta. Se levantó y abrió. Se encontró con un hombre muy bien vestido, con un chaleco muy elegante, zapatos boleados y un gran peinado. Lucía como una persona que cuidaba su aspecto, y en ese momento cayó en cuenta de que él parecía un estropajo andante. ¿Por qué no se interesaba siquiera por su aspecto?

El hombre con aspecto de catrín le hizo una seña para que lo siguiera, se dio la vuelta y caminó por el pasillo de camino al elevador.

Se quedó pasmado por un momento. ¿Por qué seguiría a una persona desconocida? No tenía idea de quién se trataba, y si lo seguía no sabía que podría pasar. Sintió una amalgama de miedo y curiosidad. Al final esta segunda ganó la batalla en su cabeza y corrió un poco para poder alcanzar al hombre.

—¿A dónde vamos? — preguntó.

No recibió respuesta, esto lo extrañó aún más y siguió los pasos del hombre bien vestido.

Bajaron por el elevador. No dijeron ni una palabra. Pasaron por la recepción, "nameless" volteó a ver al recepcionista, quien le devolvió una mirada incómoda.

Salieron del hotel, siguieron caminando, seguía al misterioso hombre de cerca, no entendía nada. Se sentía desorientado, volteaba a todos lados. Sentía que caminaba sin rumbo, que todos lo miraban y lo juzgaban. Seguía preguntándole a dónde se dirigían y no conseguía respuesta.

Comenzó a ver a sus alrededores, gente riendo, caminando. Felices. Disfrutando del día. Parecía que comenzaba a templarse el ambiente mientras caminaba. Se quitó el saco que traía puesto y lo llevó a la espalda agarrándolo de su mano.

Llegó a la playa, se quitó los zapatos y tocó la arena. Estaba un poco fría, pero no lo suficiente para molestarlo, incluso era placentera la sensación. Caminó un poco.

Vio el cielo, el bello sol, las nubes de ensueño.

Sentía que se encontraba consigo mismo. Comenzó a recordar a su familia, su trabajo y sus estudios. Había huido a Brighton para despejarse un poco. Entendió que su razón en la vida era algo más allá de él mismo. Caminó al mar. Vio su reflejo y sintió algo raro en los pies. ¡Llevaba puestos los zapatos! Se los había quitado hace unos minutos, no tenía sentido. Vio en su reflejo que llevaba un chaleco azul elegante, y estaba bien peinado.

Se dio cuenta de que vestía igual al hombre que había tocado hace un momento su puerta.

— Pero, ¿qué pasa? — Exclamó para sí mismo.

No entendía nada, pero al mismo tiempo comenzaba a entenderlo todo.

Su vida tenía un propósito, uno que le daba razón a su vida. El gran problema era que no se había encontrado a sí mismo. No era que la vida no tuviera sentido, sino que él no le ponía el sentido y no apreciaba lo que tenía. Era privilegiado por lo que poseía y recibía. Era bueno y podía ser aún mejor.

Se había perdido en cosas que no tenían sentido, eso lo hizo perder el rumbo y perderse a sí mismo.

Volvió al hotel, saludó al recepcionista con una sonrisa. Éste se la devolvió.

— Hola de nuevo, Mason — Le contestó mientras sonreía.

Él se alegró. ¡Claro! Ese era su nombre.

Subió en el elevador, entró al cuarto 505. Se vio al espejo y vio a un hombre totalmente nuevo. Se veía diferente, casi brillaba. Volvía a ser él. Se había encontrado a sí mismo, solo hacía falta tocar la puerta de su corazón y verse fijamente en el reflejo del mar.



~Dica

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