CAPITULO 5


 

La teoría

Al estar en el suelo, herido e inconsciente, sentí cómo alguien trataba de ayudarme a subir a una camioneta, me despertaron con una inyección de adrenalina, pero el cuerpo me dolía. Tenía quemaduras de primer y segundo grado por todo el cuerpo. Traté de abrir los ojos y enfocarlos a ver quién era la persona que me había ayudado.

Era una mujer de 24 o 26 años, iba conduciendo a alta velocidad, y cuando traté de hablarle, me desmayé. Llegando a su escondite, me conectó sueros y me siguió cuidando, pues no me había dado cuenta de que me había atravesado una bala por la espalda. Ya me había curado, pues ella me había saturado la herida, me sentía débil.

Yo creí que me había dormido horas, pero ella me dijo que llevaba un día dormido. Al levantarme me sentía mejor, y listo para lo que fuera. Salí como a un cuarto, parecía una cueva o búnker. El lugar escaseaba de luz, se sentía húmedo y las paredes se veían frías, me senté en el sofá y vi mis cosas, rápidamente las tomé. Al voltear me dijo ella que estaba segura de que al parecer lo que hice fue tonto e innecesario, pues habían atrapado a mis amigos. 

Le pregunté  cómo sabía de mis amigos y quién era ella.

—¿Quién eres tú? —me respondió. 

—Me llamo Robert.

—Soy Angie. —Rápidamente pensé si valdría la pena seguir. Le comenté que ya me iba, tomé mis cosas y ella me dijo —¿No quieres saber qué les paso a tus amigos?—.

Me detuve.—¿Qué les pasó?

—Han sido atrapados al salir. Pero te estás equivocando de bando. Ellos son unos rateros. 

—¿Cómo es eso? Ellos me dijeron que se habían llevado a sus esposas.

—El lugar ese tiene sus pros y contras. Talvez sí tienen a sus esposas, pero no están presas, sino por voluntad propia. El grupo de sus amigos era una pandilla que quiere adueñarse de todo eso. 

Le dije lo que pasó, me sentía mal conmigo mismo, pues había hecho un desastre. Tenía que ir a ese lugar a disculparme y mínimo ayudar a reparar las cosas. 

—No es la mejor idea que has tenido. Lo más probable es que te tomen preso después de lo que hiciste. Como a tus amigos. 

—¿Por qué me ayudaste?

—No te pareces a ellos. Tu complexión parece de ciudad. Tienes toda la sensación de no ser una mala persona.


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